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Las Monedas de oro del fin del mundo:

A finales del siglo XIX, Argentina era una tierra de promesas a la que arribaban muchos emprendedores con ansias de un futuro promisorio y deseo de construir. Uno de ellos, un intrépido joven europeo, fue pionero en la explotación de minas auríferas en el territorio de Tierra del Fuego. En 1889 acuñó una curiosa serie de monedas de oro, que hoy son un tesoro para los coleccionistas, los amantes de la historia e incluso inversores locales e internacionales. Conocé su increíble historia.

 

Julius Popper nació en 1857 en Bucarest Rumania, en el seno de una familia judía que supo inculcarle el valor del conocimiento. Su padre fue fundador del primero colegio hebreo de Rumania y ejercía también como periodista. Pero el contexto no era simple para un emprendedor judío en Europa, las leyes impedían en varios países que quienes profesaban dicha religión accedan a determinados cargos de jerarquía y en muchas ciudades debían estar además confinados a vivir en guetos. Por ello, luego de recibirse de Ingeniero en Minería en Paris y aprender más de cinco idiomas, Popper inició un largo viaje intercontinental que lo llevó a establecerse en distintos países, entre ellos, Rusia, Canadá, Estados Unidos, México y el Brasil. Pero su largo derrotero culminó en Buenos Aires en el año 1885, donde llegó con apenas 28 años y un gran deseo de prosperar. Había escuchado los rumores de ricos yacimientos de metal precioso en la Patagonia. Más precisamente en lo que hoy es Santa Cruz y Tierra del Fuego. Se había desatado en Buenos Aires una suerte de fiebre del oro.

Decidido a encontrar dichas vetas, Popper arribó a la Isla Grande de Tierra del Fuego en 1886 con un grupo de pioneros y exploradores. Realizó varias expediciones durante las cuales diseñó mapas y bautizó distintos accidentes geográficos aún ignotos. Quizás el más relevante y aún vigente es el nombre de “Mar Argentino” para toda la extensión del Océano Atlántico que baña la costa sur de nuestro país. En su primera expedición, pudo constatar que tal como había oído en la Capital, había zonas de la costa en donde el oro se hallaba en la superficie y entre la grava costera. Plantó bandera en la zona de la Bahía de San Sebastián, donde fundo el establecimiento minero de “El Páramo”.

 

En 1887, de regreso en Buenos Aires, fue invitado a dar una conferencia en el Instituto Geográfico Argentino. El éxito fue tal, que en pocos días logró recoger suficientes inversiones para fundar su empresa minera. La “Compañía Anónima Lavaderos de Oro del Sur” comenzó a funcionar casi inmediatamente gracias a los permisos y fondos obtenidos en la Capital. Su éxito fue tal, que en su aislamiento geográfico comenzó a erigir un pseudo-estado en torno a su figura. Tenía su propia guardia armada, sellos postales e incluso, acuñó su propia moneda aprovechando el metálico que el mismo obtenía. Esto comenzó a incomodar a las autoridades tanto locales como Nacionales, tal es así que decidieron llevarlo a Juicio por su desobediencia a la autoridad. Si bien nunca fue condenado, su vida corría peligro y decidió no volver a “El Páramo”. En Buenos Aires, dedicó meses a diseñar una máquina que podía acelerar el procesamiento de mineral denominada “cosechadora de oro”, la cual pretendía vender a los establecimientos mineros del sur, e incluso exportar. Pero su historia tuvo un final abrupto. En 1893 apareció muerto en la habitación de Hotel que ocupaba. Los datos oficiales hablan de un ataque cardíaco, pero ante la sospecha de muchos, se ordenó una autopsia que nunca pudo llevarse a cabo, dado que su cuerpo había desaparecido.

Las Monedas de Julius Popper.

Durante su corta explotación minera en Tierra del Fuego, Popper acuñó su propia moneda, la cual utilizó para solventar sus cuantiosos gastos de seguridad y edilicios entre otros. Con monedas de valor facial 1 y 5 gramos de oro pagaba a empleados y proveedores. Las piezas acuñadas in-situ, es decir, en “El Páramo” son de pobre calidad por carecer de los elementos necesarios para su correcta labranza. Cospeles irregulares y otros defectos abundan en las pocas monedas de ese período que sobrevivieron hasta nuestros días. La mayor parte de ellas es probable que hayan terminado sus días fundidas, por lo que la variedad acuñada en el sur es extremadamente rara de ver y solo hay unos pocos ejemplares en Museos y colecciones privadas.

La carta de Julio Popper a Bartolomé Mitre se puede consultar en el Museo Mitre de la Ciudad de Buenos Aires, donde también se exhiben las monedas Popper de oro de 1 y 5 gramos.
Quién desee ahondar más en la increíble historia de Julio Popper, puede consultar la completa obra del Historiador David Guevara “Julio Popper, el Alquimista de El Páramo”, 2016.

MONEDA ORO POPPER – TIERRA DEL FUEGO – 1889

PRECIO EN DOLARES

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